Kapuscinski, cronista del siglo XX

Ryszard Kapuscinski

En su tiempo fue reconocido como el mejor periodista del siglo XX

El polaco Ryszard Kapuscinski rehusó viajar a Irak en 2003 porque no estaba de acuerdo con escribir sobre la guerra desde un hotel, guiado por los partes que facilitaba cada cierto tiempo el Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos.

Kapuscinski, elegido el mejor periodista del siglo XX, publicó casi una veintena de libros, además de cubrir para la agencia polaca PAP la mayoría de los conflictos y revoluciones que ocurrieron en el Tercer Mundo durante los años 60, 70 y 80.

Para nadie resultó inesperado que renunciara a la guerra en Irak pues, según la gente que lo conoció, era un reportero extraño, que prefería trabajar por su cuenta y evitaba seguir al rebaño de periodistas por los recorridos oficiales.

Muchas veces se le criticó porque sus trabajos, que hicieron época en la prensa de Europa del Este, mostraban el punto de vista de la gente pobre, y porque en las coberturas prefería vivir en las cabañas con la población local y no en los hoteles de lujo destinados a la prensa extranjera.

El fracaso de los hombres

Aunque fue el más conocido de los corresponsales de guerra en la segunda mitad del siglo XX, el periodista polaco odiaba los conflictos bélicos y consideraba que estos eran una muestra del fracaso de los hombres para entenderse con sus semejantes. La guerra es la degradación de los seres humanos al mismo nivel que la bestia, aseguraba, cada guerra es una derrota para todos.

Su opinión estaba influenciada tanto por la basta experiencia que había acumulado en sus andanzas por diferentes países, como por el hecho de que su infancia tuvo como telón de fondola II SegundaGuerra Mundial pues Kapuscinski nació en 1932 en la aldea polaca de Pinsk, la cual pasó a formar parte de Bielorusia una vez terminada la conflagración.

Curiosamente, el reportero creía que el mayor acontecimiento histórico del siglo XX no fue el comunismo, ni el fascismo, ni siquiera el holocausto judío, sino el surgimiento del Tercer Mundo, a partir de la ola de revoluciones anticolonialistas que conmovieron el panorama internacional en los años 60 y 70.

Durante ese período se independizó una parte importante de la humanidad, explicaba Kapuscinski y agregaba, no ha ocurrido nada similar en el resto de la historia universal y no creo que se repita en el futuro.

La broma como forma de oposición

Precisamente fue su cercanía a los países pobres lo que le permitió presenciar de cerca hechos cruciales del siglo XX comola Guerradel Fútbol entre El Salvador y Honduras, el conflicto en Angola y la revolución en Irán.

Los últimos días de Haile Selassie en Etiopía le proporcionaron suficiente material para escribir un libro, titulado El Emperador, donde se expone de forma magistral la decrepitud del monarca anciano y pasado de moda que gobierna a un pueblo ignorante mediante la superstición y la crueldad.

Según Kapuscinski, el rey de reyes jamás demostraba ira, enojo, ansiedad o frustración. Hacía ver que nunca los había padecido, ni siquiera cuando las huestes del dictador Mussulini lo arrojaron del poder en los años treinta del siglo pasado. Pensaba que los nervios eran un síntoma de debilidad que incentivaba las bromas entre enemigos y súbditos. Y también sostenía que estas últimas constituyen la más peligrosa forma de oposición al poder oficial.

El Haile Selassie que describe el periodista polaco pesaba sólo cincuenta kilos, las rodillas se le estaban poniendo tiesas y, cuando estaba solo,  arrastraba los pies al caminar. Sin embargo, de algún modo se las arreglaba para, en las audiencias públicas, fingir cierta elasticidad y el andar de un hombre más joven. No convenía presentar ante su pueblo los efectos de la vejez, con el riesgo subsiguiente de que mermara su prestigio y la consideración que se le tenía.

El emperador era tan pequeño que al sentarse en el trono los pies le quedaban colgados del aire. Para evitar este enojoso asunto existía en palacio un funcionario que, provisto de 52 almohadones diferentes, los colocaba según el caso para evitar que a alguien se le ocurriera pensar que la silla del gigantesco Menelik le quedaba grande al rey de reyes.

Haile Selassie

El Rey de Reyes era tan pequeño que, al sentarse en el trono, los pies le colgaban.

Haile Selassie empleaba una parte de las mañanas en escuchar las delaciones de sus múltiples sistemas de espionaje. Nunca hacía preguntas durante estas sesiones de trabajo, con lo cual impedía que los delatores pudieran adivinar por dónde andaban sus pensamientos.

Para el rey de reyes no existía la palabra escrita: recibía y daba toda la información del imperio en forma oral. En el palacio no había ninguna oficina de personal, ni actas, ni archivos, ni planillas. El mismo Haile Selassie llevaba las cuentas en su cabeza. Esta costumbre tenía la ventaja de que, en caso de inconformidad en el pueblo con determinada medida, el emperador podía declarar que tal o cual funcionario había malinterpretado sus orientaciones.

Internet es dispersión para mí

Por libros como este, Ryszard Kapuscinski se convirtió en un mito viviente y en 2003 se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades. Esto no le impedió declarar que ni usaba Internet, ni escribía por correo electrónico. Tampoco leía periódicos, ni libros de otros escritores, a no ser los que empleaba en sus propias investigaciones.

Si me hace falta un dato, apuntaba, lo busco en la enciclopedia o en el diccionario. Mi escritura intenta incorporar la reflexión y en ese caso Internet es sólo dispersión para mí. Además, las nuevas tecnologías facilitan el trabajo periodístico, pero no pueden ocupar su lugar.

El reportero polaco, una rara avis en el oficio, solía decir que los buenos periodistas deben ser buenas personas porque la comunicación es una obra colectiva y si alguien se gana la animadversión general por sus malas acciones entonces no conseguirá ninguna información de la gente.

Ryszard Kapuscinski murió en 2007 con la idea fija de que estamos viviendo un tiempo de sucias rapiñas y que esto ha puesto en peligro al periodismo porque, según afirmaba, la verdad es siempre la primera víctima de cualquier guerra.

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2 comentarios en “Kapuscinski, cronista del siglo XX”


  1. […] Fruto de su afán por dar voz a los sin voz y mostrar su cercanía con los países pobres, Kapuscinski narró hechos de enorme importancia durante el pasado siglo, como la Guerra del Fútbol entre El Salvador y Honduras, lo cual le valió para contar la historia en un libro bajo el título de La Guerra del Fútbol. Asimismo, también escribió sobre el conflicto de Angola y la revolución de Irán. En definitiva, Kapuscinski fue un instrumento decisivo para contar aquello que sucedía en el  Tercer Mundo que, según el periodista polaco, ha sido el mayor acontecimiento histórico de todo el siglo XX. […]


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