Gore Vidal, entre el escándalo y la literatura

Gore Vidal

Junto a Truman Capote y Norman Mailer, Gore Vidal era uno de los escritores más grandes de su generación.

Gore Vidal acaba de morir. Se hizo famoso por sus escandalosos retratos de la aristocracia estadounidense y por ser el más encopetado crítico de la política imperial. Sus frases ingeniosas hicieron historia dentro de la historia. Dijo que el egoísmo constituía el rasgo más notorio de Washington, que a Franklin Delano le gustaban las aventuras sexuales y que George W. Bush era la persona más estúpida de los Estados Unidos. En un libro titulado Palimpsesto, publicado en 1995, confesó que a los 25 años había tenido más de mil relaciones sexuales, tanto con hombres como con mujeres.

Por estas revelaciones el escritor siempre estuvo al borde la exclusión social, pena que sufrió su colega y contemporáneo Truman Capote. Sin embargo, a Vidal lo protegió su ascendencia influyente. Era primo del presidente Jimmy Carter y del vicepresidente Al Gore, cuñado de John F. Kennedy y estaba emparentado con el coronel Aaron Burr, uno de los padres fundadores de las Trece Colonias. Solía codearse con la familia Roosevelt. La mismísima Eleanor, esposa del tan criticado Franklin D., le prestó su apoyo cuando en 1960 decidió postularse a representante por un distrito de New York.

Su abuelo materno Thomas Pryor Gore, ciego desde los once años, había llegado a senador por el estado de Oklahoma. El pequeño Eugene Luther Vidal, nombre verdadero del escritor, pasaba mucho tiempo con él y le leía los tomos sobre la Constitución de los Estados Unidos, la legislación inglesa y las actas del Congreso. Estas lecturas lo introdujeron en el complejo mundo de la política mundial. Tanta fue la influencia de aquellos años en su formación posterior, que al adoptar un seudónimo literario, combinó el apellido de su abuelo con el suyo propio para crear a una de las plumas más brillantes de los años cincuenta y sesenta, condición que compartió junto a Norman Mailer y el ya mencionado autor de A sangre fría.

Aún tenía buen gusto

Conocí a Gore Vidal en el año 2006, cuando realizó una visita a Cuba y pidió reunirse con un grupo de estudiantes de la Universidad de La Habana. El encuentro se anunciaba en un cartel que colgaba del mural de mi facultad. No fue difícil colarme en la lista de los invitados porque la mayoría de la gente ni siquiera conocía su nombre. Cuando llegamos al Aula Magna, sitio donde se celebraría la conferencia, pudimos ver que el lugar estaba repleto de los más conocidos escritores cubanos. Ahora mismo recuerdo a Lisandro Otero, porque después conversé con él, a Nancy Morejón y creo que también a Pablo Armando Fernández.

El escritor llegó con puntualidad. Estaba vestido completamente de negro y entró al salón sentado en una silla de rueda. Venía acompañado de un joven alto, de pelo largo, rubio y rizado. El muchacho lo atendía con una ternura maternal. Al verlo, pensé: “El viejo no ha perdido el buen gusto”. Hizo comentarios precisos sobre la situación política internacional. Afirmó que estábamos viviendo tiempos oscuros. Al final nos permitieron hacer algunas preguntas, sin que lo forzáramos demasiado. Sin pensarlo dos veces me puse de pie y le dije: “En Washington DCusted escribió que los Estados Unidos era el último imperio sobre la faz de la tierra. ¿Qué vendrá después?”. El anciano de 81 años se demoró un rato en contestar, después susurró muy despacio y en su característico tono irónico: “Oh, no quiero ni pensarlo. Probablemente sea el fin de todo”.

Gore Vidal2

El padre de Gore Vidal fue el más grande amor de Amelia Earhart, pionera de la aviación en los Estados Unidos.

Después nos regalaron uno de sus libros, que se había editado para conmemorar su visita a Cuba. Se llamaba La Institución Smithsoniana y contaba la historia de un muchacho que en la Segunda Guerra Mundial halla refugio en uno de los más famosos museos de los Estados Unidos. El lugar constituía un pretexto de Gore para adentrarse, mediante una ucronía satírica, en una larga exposición de chismes sobre la historia de su país. Logré que el escritor me lo firmara con una caligrafía temblorosa. Lo leí conmocionado, lo mismo que antes me había sucedido con Burr y con En vivo desde el Gólgota, otra célebre especulación sobre la tarde de la cruz y la verdadera identidad de Cristo. Durante mucho tiempo conservé el volumen como uno de los tesoros mejor protegidos de mi amplia biblioteca. Luego lo presté a una mujer de la que estaba enamorado y, como es usual en estos casos, lo perdí para siempre. Ahora, estoy seguro, valdría una enorme cantidad de dinero en cualquier librería de la capital.

¡Obtendrás más con Gore!

Gore Vidal nació el 3 de octubre de 1925 en la Academia Militar de West Point, donde su padre impartía clases de aeronáutica. En una de sus entrevistas más interesantes dijo que había salido escritor pero que el sueño de su vida fue ser presidente de los Estados Unidos. En la Academia Philip Exeter, de New Hampshire, tuvo una actuación destacada en los debates políticos y en el último año fue seleccionado el “hipócrita de la clase”. Escribió su primera novela, Willwaw, a los 18 años, mientras prestaba servicio en la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de su vida publicaría 25 libros, más de 200 ensayos, guiones cinematográficos y muchísimas obras de teatro. La mayoría de estas obras vieron la luz, no en los Estados Unidos, sino en el prolongado autoexilio  del novelista en una villa de Ravello a la cual llamaba La Rondinaia (en italiano significa Nido de Golondrinas) porque estaba situada a la altura de 70 metros, en un acantilado de Amalfi, Italia. Allí, sentado en el butacón que había pertenecido a su abuelo ciego, desarrolló un estilo muy original que combina la erudición histórica, la sátira y el empleo mágico de la ucronía, técnica literaria que permite modificar el futuro al cambiar las variables del pasado que le dieron origen.

El éxito intelectual no alivió sus inquietudes políticas. En la primera de sus aventuras electorales, la de 1960, eligió como lema una frase que más parecía un jingle radiofónico que una consigna: “You´ll get more with Gore”, lo que en español significa: “Obtendrás más con Gore”. Dos décadas más tarde, en 1982, se postuló por California, el lugar que lo vio morir de neumonía hace casi una semana. Sin embargo, los votantes nunca pusieron su destino en las manos de un hombre que reverenciaba y al mismo tiempo se burlaba del stablishment. Tampoco le sonrió el veredicto de la Academia Nobel, que durante muchos años lo tuvo en sus listas como candidato al más famoso premio literario. Año tras año el novelista presenció con estoicismo cómo los suecos preferían a escritores más jóvenes, menos conocidos y con un largo expediente de reverencias a la aristocracia dominante.

Ante el desprecio del poder, Gore Vidal atacó a la clase política estadounidense con las armas que la divinidad le había otorgado. En Burr abordó la corrupción de los padres fundadores de los Estados Unidos, labor que proseguiría en 1876, cuando criticó el período que siguió a la Guerra de Secesión y en Washington DC donde polemiza con el New Deal de Franklin Delano Rooselvelt. También escribió novelas sobre la más profunda antigüedad, como Juliano El Apóstata y Creación, un vasto panorama del mundo griego hacia el siglo V de nuestra era. Una de las más famosas es En vivo desde el Gólgota, donde afirma que Cristo era el campeón de flatulencia del Medio Oriente y que no fue crucificado por creerse el Mesías, sino por afectar la tasa cambiaria del Banco de Jerusalén.

El hombre público

Gore Vidal3

Gore Vidal (tercero de izquiera a derecha) durante la filmación de Ben Hur, cinta de la que fue guionista pero le negaron la mención en los créditos finales de la película.

A lo largo de una vida marcada por los escándalos y las rupturas públicas con los que antes fueron sus amigos, Gore Vidal tuvo que enfrentar sendas enemistades con Truman Capote y Norman Mailer, sus compañeros de generación. El primero dijo de él que era un pésimo escritor, a lo que Gore respondió que Capote era un ama de casa republicana y que tenía todos los prejuicios de Kansas.

Con Mailer tuvo varios escarceos, a pesar de que compartían más o menos los mismos intereses políticos. Vidal afirmaba que el autor de Los desnudos y los muertos le dio un cabezazo en la cara durante una discusión que ambos sostuvieron antes de comparecer en un show de televisión. La mayoría de la gente creyó la versión de Vidal porque Mailer se había labrado una fama adversa por sus intensas borracheras, su mala costumbre de liarse a puñetazos ante la menor provocación y por las puñaladas que propinó a una de sus esposas. En la década de los ochenta estuvieron brevemente reconciliados para hacer frente común contra el presidente Ronald Reagan.

En su juventud Gore Vidal tuvo una vida sexual bastante agitada, como reveló en Palimpsesto. Después mantuvo una relación de más de 50 años con el publicista Howard Austen, lo que seguramente no lo privó de algún que otro divertimento erótico. Sin embargo, el amor de su vida fue el soldado Jimmy Trimble, quien murió en una batalla de la isla japonesa de Iwo Jima y al cual Vidal dedicó The city and de pillar, una novela de temática decididamente homosexual.

No creo que sea pecado contar cómo llego a mis manos La Edad de Oro, la única novela que poseo de Gore Vidal. Lo adquirí hace dos años en la Feria del Libro. Por poco no lo logro pues quedaba sólo un ejemplar en el estante y la gente lo compraba pensando que se trataba del libro homónimo de José Martí. Adopté una táctica digna del viejo Vidal para que la larga fila de padres que me antecedía no se llevara el objeto de mis deseos. Detuve la cola, dije que ese libro era de un escritor norteamericano y aseguré que se trataba de una crítica profunda a la política de los Estados Unidos. No pronuncié ninguna mentira pero, por supuesto, nadie lo volvió a mirar. Me lo vendieron en sólo doces pesos. No se lo presto a nadie.

Explore posts in the same categories: Literatura

Etiquetas: , ,

You can comment below, or link to this permanent URL from your own site.

2 comentarios en “Gore Vidal, entre el escándalo y la literatura”

  1. Isaily Says:

    muy bueno.


Deja un comentario